Cuando iniciamos la convivencia con un perro, nuestra relación debe basarse en el respeto, la confianza, el juego y el cariño MUTUOS.
Si se trata de un cachorro, es sencillo educarlo, aunque deberíamos hacerlo antes de la pubertad y los errores más habituales son:
1/ Lo tratamos como un niño
2/ No sabemos enseñarle a hacer pis y caca fuera de casa
3/ Tendemos a socializarlo de manera incompleta
4/ No entendemos los mensajes de estrés y/o de inseguridad que nos transmite
Cuando se trata de un adulto, debemos ser cuidadosos porque desconocemos su pasado y si esconde algún problema de comportamiento y/o salud.
Todos los errores se resumen en uno:
Justificamos sus conductas negativas y tardamos demasiado tiempo en ponerles remedio.
Con un perro adulto, nos enfrentamos a conductas aprendidas y comportamientos fijados. Si son negativos, lo más probable es que necesitemos la ayuda de un profesional.
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